Hoy vamos a hablar de incertidumbre.
En los detalles que la vida te ofrece hay más sabiduría que en trescientas bibliotecas nacionales juntas.
¿Por qué digo esto?
Verás.
El pasado mes di una charla a un grupo de empresarios que estaban, como muchas otras personas lo están, preocupados por la incertidumbre que se respira en el ambiente.
Las palabras «empresario» o «emprendedor», en este caso son sinónimos y ambos hacen referencia a la «persona que se maneja de forma habitual en la incertidumbre».
Es más, creo que los conceptos son consustanciales. No hay emprendimiento sin incertidumbre y para ser emprendedor tienes que vivir con ella.
Pero bueno, al fin y al cabo, los empresarios son también personas. Y ellos, como nosotros, están sujetos a la negatividad y malos augurios que recibimos a través de diferentes medios todos los días y a todas horas.
Bien.
Se me ocurrió contarles una historia cotidiana para ilustrar el concepto que antes te he dicho. Esto es, se puede vivir cómodamente, y sacar partido, en la incertidumbre.
Ya se sabe que las historias gustan y se quedan en la mente de quien las escucha.
Y si se quedan en la mente, los conceptos también, que es lo que más me interesa a mi.
Te cuento.
Nos gusta ir a comprar los productos perecederos a la galería de alimentación del pueblo en el vivimos. Y nos gusta porque es mucho más personal y enriquecedor poder charlar, comentar con los «emprendedores» dueños de los puestos y sus empleados así como con otras personas que allí acuden. Nos parece un buen lugar para socializar. Y además, te permite elegir qué pieza o piezas son las que quieres (en teoría) y no llevarte a casa las envasadas ya previamente y que en ocasiones vienen con sorpresa.
Y dentro de esas ventajas, hay una más. Es un campo de trabajo excelente para trabajarnos la incertidumbre.
¿Acaso no has ido nunca a comprar solo un par de manzanas
y has vuelto sin ellas pero a cambio has comprado un kilo de uvas,
un manojo de acelgas más cuarto y mitad de altramuces?
Pues eso es la vida.
Una cosa son los planes que hacemos y otra la realidad de la situación. Porque tu has ido a comprar ese kilo de manzanas para poder preparar una compota. La ibas a utilizar para poder cenar unas endivias a plancha con compota de manzana, queso de cabra y nueces. Pero has llegado a tu puesto de frutas y había mucha gente. Te has ido mientras te tocaba tu turno al puesto de ultramarinos. Has comprado los altramuces para matar el gusanillo que te ha entrado y entretenerte, has vuelto, y cuando ha llegado tu turno tu mente había viajado tanto que has olvidado qué en concreto habías ido a comprar.
Así que te has hecho con un manojo de acelgas que te encantan y nunca te preparan y ya de paso te has llevado un kilo de uvas. Y quien dice un kilo, dice kilo y medio, pues ya sabes que una cosa es lo que tú pides y otra lo que pesa el racimo… eso es siempre una incertidumbre.
Y otra cosa es tu intención de acompañar las endivias de la cena con una rodaja de salmón y otra diferente es que llegue a tu mesa. Porque si tu pescadero, que además es de confianza, te dice que no te da salmón y que mejor te lleves pez espada, lo aceptas y te llevas una rica cena igualmente a tu casa.
Eso sí, lo que controlo es mi presupuesto.
Creo de verdad que la historia que te acabo de contar es una buena metáfora de la gestión de la incertidumbre.
¿Te preocupa la incertidumbre?
No lo sé. Pero si te preocupa la incertidumbre y la crisis, es posible que pueda interesarte saber cómo acabar con ellas.
Ya sabes que yo trabajo también con PNL. Por eso hoy te invito a que revises en el Canal de PNL en español de telegram el ejercicio para la gestión de la incertidumbre. Puedes acceder directamente al mismo pulsando AQUÍ.