Etiquetas

¿Por qué en este mundo, supuestamente globalizado, veo cada vez más grupos/etiquetas?

Me considero un ser humano en el que según las circunstancias ejerzo de madre, esposa, amiga, maestra o alumna. Son muchos los roles por los que podría definirme. Cada rol me hace pertenecer a un grupo. Tengo características personales que me acercan más a unos y menos a otros. Pero no soy un grupo. Soy valiente, guerrera, sensible, empática, paciente, tímida, impulsiva o antipática otra veces. Soy, en definitiva, un ser humano con muchos matices.

Las etiquetas realmente son caminos diferentes para una misma meta. Y como todo en esta vida es dual, tienen su parte negativa. Por ejemplo, si la meta es salir con amigos, en el caso de que solo elijamos a los que tienen la etiqueta de “cerveceros”, nos estaremos perdiendo interactuar con otras personas. Hay quienes incluso podrían tolerar compartir esa salida con los que toman una copa de vino pero jamás con quién solo toma un zumo. Considero normal agruparnos por gustos, pero ¿hasta qué punto es normal despreciar a los que tienen gustos/etiquetas diferentes a la propia? ¿Acaso eso no es soberbia?

Creo que nos iría a todos mejor aceptarnos, a cada uno con nuestros múltiples matices, enriqueciéndonos a través de las diferencias y buscando más lo que nos une que lo que nos separa.

No queremos ir uniformados, hablamos de masas, de borregos y a la vez censuramos a los que son diferentes a nosotros. ¿Tan fuerte es nuestra necesidad de pertenencia a un grupo?

¿Qué dicen los chakras al respecto?

Energéticamente, esa necesidad de pertenencia corresponde al primer chakra. Es el chakra relacionado con la supervivencia. Tiene que ver con nuestro derecho a tener. El sentimiento de pertenencia además produce “seguridad emocional” y por ello nos cuesta tanto atravesar los límites y abrirnos. Al relacionarnos con otros que no son de nuestro entorno nos sentimos vulnerables y eso produce cierto vértigo porque suele confundirse vulnerabilidad con debilidad. Dentro del grupo sentimos seguridad y apoyo.

No sólo necesitamos sentirnos parte de un grupo. Para desarrollarnos como personas necesitamos desarrollar y respetar nuestra individualidad que se pone de manifiesto a través de las relaciones.

Energéticamente, las relaciones corresponden al segundo chakra. Si queremos que nuestras relaciones con los demás no estén basadas en luchas de poder, necesitamos equilibrar también el tercer chakra. Con este chakra armonizado sentiremos nuestra fuerza interna, esa que nos impulsará a seguir adelante cuando tengamos obstáculos en nuestro camino. Y es a través de ese chakra equilibrado desde donde podremos aproximarnos a los demás, viéndoles de igual a igual, tanto sin humillar como sin idolatrar. Ese tipo de actitudes nos hablan de un incorrecto poder personal.

Y este supuestamente mundo globalizado también es dual. Y precisamente, gracias a la dualidad, podemos conocer la totalidad. Porque para realmente ser completos necesitamos de los opuestos: el día de la noche, la alegría de la tristeza, lo masculino de lo femenino, la cara de la cruz.

Así que sí, es hora de recuperar el poder del corazón. Sólo a través de un cuarto chakra armonizado podremos sumar a través de las diferencias que nos ofrecen nuestros opuestos. Diferencias que lejos de empequeñecernos nos engrandecen.

Vivir unificados

Es tiempo de vivir unificados.

¿Cómo?

Diferentes caminos y herramientas tenemos a nuestra disposición: reiki, yoga, acupuntura, mindfulness… Y en cualquiera de ellas lo que haremos será cambiar el foco para empezar a ser UNO con nosotros mismos, tomando las riendas de nuestra vida.

Sí, hay que salir de la tan famosa “zona de confort” y empezar a hacer cosas diferentes. Tenemos que desinstalar de nuestro disco duro particular la inercia. Y la mejor herramienta, para mí, es el coaching pues te guía para desaprender y volver a aprender.

Mi camino, os lo cuento en el libro, a través del Reiki y los Registros Akáshicos. Y es que yo de verdad creo que sólo a través de la reconciliación con nosotros mismos podremos luego reconciliarnos todos los demás.

Es hora de comenzar por y con nosotros, sin miedo, sin culpa y con mucha generosidad.

Sólo por hoy.

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