Leopoldo Abadía, en su artículo de La Vanguardia, nos dice que «La desesperanza es malísima. Inutiliza al que la sufre. Mejor dicho, al que no lucha por evitarla. Y hay que luchar, porque si no, tenemos el peligro de ser un ejército de blanditos, que se quejan permanentemente de lo mal que están las cosas y lo malos que son los otros y lo buenos que somos nosotros y cómo sufrimos.»
El poder de las palabras
Como trainers de PNL, sabemos que nuestras palabras tienen un impacto muy importante en nosotros mismos. Y la PNL concede un notable papel al lenguaje porque considera que es una imagen fiel y honesta de nuestro interior y nos da información sobre nuestros sentimientos, pensamientos y creencias.
Por ejemplo, el uso de expresiones del tipo Hay que ganarse la vida o La vida es un valle de lágrimas, autolimitan a la persona que las verbaliza. Sin darse cuenta, de manera absolutamente inconsciente, se impide a si misma experimentar sentimientos, estados de ánimo positivos tales como felicidad, alegría o plenitud. Hay quienes tienen la creencia de que el verdadero amor implica sufrimiento. Y convierten al sufrimiento en la prueba verdadera del sentimiento del Amor.
Nuestras creencias son verdades absolutas para nosotros mismos. Ello conlleva que nos impidan generar nuevos estados, nuevas realidades. Al ser inamovibles nos causan desesperanza ya que descartan, no nos ofrecen, nuevas posibilidades.
Así que nuestra propuesta para ti hoy, es que comiences por cambiar tu lenguaje. Puedes hacer sonar una campanita imaginaria cada vez que te escuches pronunciando la palabra desesperanza. Porque solo desafiándote ti misma, a ti mismo, vas a poder realizar los cambios positivos que te permiten progresar, avanzar y crecer en tu vida.
Otras frases, que seguro conoces, y que nos limitan son:
- Amor es sacrificio.
- Yo solo lo necesario
- Ser padres implica sufrir.
- La vida es dura.
- Me deprimo porque soy muy sensible.
- Todos los adolescentes son unos irresponsables.
- Nadie me entiende.
- En esta empresa no se puede progresar.
¿Te suenan? Pues te recomendamos el libro Crítica de la víctima.
La víctima es el héroe de nuestro tiempo. Ser víctima otorga prestigio, exige escucha, promete y fomenta reconocimiento, activa un potente generador de identidad, de derecho, de autoestima. Inmuniza contra cualquier crítica, garantiza la inocencia más allá de toda duda razonable. ¿Cómo podría la víctima ser culpable o responsable de algo? La víctima no ha hecho, le han hecho; no actúa, padece. No somos lo que hacemos, sino lo que hemos padecido, lo que podemos perder, lo que nos han quitado. Pero ya es hora de superar este paradigma paralizante que divide la sociedad en víctimas y culpables, y rediseñar una praxis, una acción del sujeto en el mundo que sea acreedora de futuro, no de pasado.
El cambio siempre comienza con nosotros mismos
Es hora de abandonar la queja así como las palabras que nos llevan a vivir estados “negativos”. Somos responsables de nosotros mismos. Somos los líderes de nuestra propia vida. Y sólo así podemos liderar nuestro presente y nuestro futuro.
Ser nuestros propios líderes nos invita a ser proactivos, a tener actitudes positivas. Por supuesto, siendo realistas con las circunstancias.
Por todo ello, ha llegado el momento de que definas con claridad y concreción lo que realmente deseas. Ello te ayudará a tomar impulso para conseguir tus metas y objetivos. Porque recuerda, tu lenguaje, además de permitirte comunicarte con otras personas, te permite transcender el momento presente proyectando el futuro deseado.
Y si necesitas ayuda para generarte estados positivos, para definir tus metas, establecer un plan de acción, reserva tu cita en el calendario.