Dicen que todo lo que ocurre, ocurre siempre por una razón.
Decidir, ¿tendrán nuestras decisiones algo que ver?
¿Habrá una única interpretación?
Cuando nuestro hijo cursaba el primer curso del grado de comunicación audiovisual, en la asignatura de ética audiovisual tuvieron un fórum sobre dos películas completamente diferentes en apariencia. La mítica «Casablanca» y la pequeña joya del cine indie «Once». La verdad es que me sorprendió la coincidencia. Sin embargo, es cierto que las une algo muy poderoso, algo que en coaching se trabaja todos los días y que forma parte indisoluble de muchos procesos.
En ambas cintas hay un hilo común argumental, en ningún caso central, pero sí parte consustancial de la trama: Decidir.
Casablanca
En Casablanca el icónico Rick, cínico y desengañado, abandonado por su gran amor Ilsa, en el eterno París, se debate entre recuperarla o sacrificarse por una causa que le da igual en el fondo, pero que al fin y a la postre sabe que significará la felicidad de ella.
Once
En Once, el melancólico Glen, en pleno proceso de lamer sus heridas después de un fracaso amoroso y condenado a una existencia anónima de la que sólo sale tocando en las calles de Dublín, se debate entre romper con todo y enamorarse de Marketa, recién llegada a su vida , o arriesgarse e intentar triunfar en la música marchándose a Londres.
Tomar decisiones
En suma, tomar decisiones, elegir caminos, en su caso definitivos. Ese es el hilo que une a estas dos maravillosas películas, tan distintas en principio. Y en esa toma de decisiones es en la que se trabaja en los procesos de coaching que os comentaba al principio.
Aprendí y Decidí
Y así después de esperar tanto, un día como cualquier otro decidí triunfar…
Decidí no esperar a las oportunidades sino yo mismo buscarlas.
Decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución.
Decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis.
Decidí ver cada noche como un misterio a resolver.
Decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.
Aquel día descubrí que mi único rival no eran más que mis propias debilidades, y que en ella está la única y mejor forma de superarnos.
Aquel día dejé de temer a perder y empecé a temer a no ganar.
Descubrí que no era yo el mejor y que quizás nunca lo fui.
Me dejó de importar quién ganara o perdiera. Ahora me importa simplemente saberme mejor que ayer.
Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir.
Aprendí que el mejor triunfo que puedo tener, es tener el derecho de llamar a alguien ‘Amigo’.
Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento, ‘el amor es una filosofía de vida’.
Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados y empecé a ser mi propia tenue luz de este presente.
Aprendí que de nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de los demás.
Aquel día decidí cambiar tantas cosas…
Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad.
Desde aquel día ya no duermo para descansar… Ahora simplemente duermo para soñar.
Walt Disney